Cómo crear una secta sin proponérselo. Capítulo 1

Ángeles, mentiras y sexo

Palestina, 2000 años atrás...

José, carpintero de profesión, ingenuo y buena gente se ha casado con María, mucho más joven que él, hija de sus padres y muy limpia según las ancianas del lugar. Al poco tiempo de la boda, una ceremonia íntima pero emotiva, María se encuentra inquieta. Su marido no cumple con sus obligaciones matrimoniales, constantemente se excusa alegando dolores de cabeza, una situación que a ella se le hace insostenible.

Cierto día, María se encuentra con un amigo de la infancia al que, para preservar su intimidad, llamaremos Sr. X. Después de unos minutos de agradable conversación, deciden ir a un lugar apartado, donde la conversación se torna más amistosa por momentos y María, pese al rechazo inicial, termina sucumbiendo a los placeres carnales.

La mala fortuna se ceba con María, que queda encinta tras ese único encuentro, poniendo en serio peligro su integridad física, puesto que el adulterio se castiga con la muerte por lapidación. Teniendo en cuenta que nunca había consumado su matrimonio con José, sólo le quedaban dos opciones: confesar su desliz y morir con escasa dignidad o mentir. Eligió, obviamente, la segunda alternativa, pero ¿cómo explicar el embarazo?

Tras un periodo de reflexión decidió ocultarlo hasta que, meses después, José observó el progresivo aumento de tamaño que experimentaba la cintura de su mujer y le preguntó el motivo. Sin excusas posibles, María se vio obligada a confesar su estado, aunque matizando el motivo de este.

- José, estoy embarazada, hace unos días un ángel se apareció ante mí y me dijo que a partir de ese momento portaría en mi interior al hijo de Dios.

Él, aunque perplejo por la respuesta y con ciertas dudas, puso su mejor sonrisa y le contestó

-Que gran noticia, haré una cuna.